El porqué de algunos arcos.
¿Te has parado a observar la ciudad que te rodea? ¿Sueles levantar la
vista? Aprender a mirar es un arte que practicamos poco. Y la ciudad es una
fuente tridimensional (multidimensional en realidad) de información, de
conocimiento, de potencial deleite y disfrute.
Por ello, si uno se fija,
encontrará multitud de detalles que reflejan lo que la ciudad es y lo que la
ciudad quiso ser. Y unas voluntades se sumaron a las anteriores y unos deseos
cubrieron los previos. Cada momento social tiene un reflejo en la ciudad
edificada y, por tanto, las ciudades se componen de retales de las ciudades
previas. Y a través de sus restos podemos adivinar las ciudades ideales.
Sobre la invisibilidad de las
ciudades el querido Italo Calvino nos dejó una bella muestra, porque hay
ciudades que son invisibles (sin ir más lejos la que cada uno construye para sí
día a día con sus vivencias –algo de esto hablaba en la introducción a esta
serie de columnas-). Pero de las ciudades invisibles del pasado hay trazas,
pues el ayer se resiste a desaparecer siempre. Así que trataré de hacer
visibles algunas de esas ciudades, algunos de esos santanderes que normalmente
no vemos.
Juguemos un poco… ¿No te has parado a pensar en lo curioso que
es que la torre de nuestra catedral tenga un pasadizo con arco bajo sí? Las
torres en general se asientan firme en el suelo y se elevan lo más posible
hacia arriba. Esta nuestra no. Y en la sociedad de los humanos casi “todo es
por o para algo”. Esta torre nuestra no es una excepción a esta regla
.
Lo interesante del caso es que la
explicación revela una circunstancia radicalmente trascendental para nuestra
ciudad. A partir de este detalle llegaremos a un conocimiento bastante amplio
en pocas líneas. Vayamos por partes si
os parece. El que una torre tenga un paso debajo… lo que quiere decir es que
era preciso o necesario pasar por debajo para algo, eso parece obvio. Pero
semejante ingenio de piedra parece hoy excesivo para, simplemente, dar acceso a
la iglesia catedral desde la (hoy en día) plaza.. o para llegar a la plazoleta
en que se encuentra el obispado, pues rodear la torre es algo más que posible.
Es demasiado el despliegue edificado para lo que se consigue… por ello no es descabellado
suponer que hay un porqué encerrado y que, tal vez, otra explicación posible...
una explicación que nos lleva a los orígenes de la ciudad.
El Santander primigenio se asentó
sobre este rocón sobre el que hoy vemos la catedral (los vestigios encontrados
así lo atestiguan). Pero ese promontorio no estaba, como lo está hoy, así
aislado, a lo mini Mont Saint Michel. La abadía de los Santos Mártires y el
castillo anejo de San Felipe eral el final y a la vez el corazón de algo… ¿De
qué? De la calle Alta, ni más ni menos (nunca habéis pensado lo curioso de
encontrar edificios tan representativos como el Hospital de San Rafael
(Parlamento de Cantabria) la iglesia de Consolación o el convento de Santa Cruz
(Tabacalera), se encontraran en una calle tan poco relevante hoy en la vida
ciudadana como la calle Alta?.
Cuando esta ciudad primera se
quedó pequeña fueron ocupados los terrenos situados al norte (hacia donde hoy
están la calle de San Francisco, Juan de Herrera…Rualasal), para lo que hubo
que franquear la ría (el mar entraba ahí hasta más allá de la propia catedral
en dirección a donde hoy se halla el Ayuntamiento) con un puente (de hecho por
algo se llama calle Puente la que va de la Iglesia de la Compañía hacia la
propia catedral). Este esquema de Puebla Vieja (la primera, en torno a donde
está la catedral) y Puebla Nueva (la ubicada en torno a la iglesia de la
Compañía) duró durante muchos siglos, durante los cuales la Puebla Vieja perdió
peso e importancia.
La puntilla llegó en 1941 con el
fuego, que consumió prácticamente todo cuanto había edificado sobre la ciudad
antigua (el fuego de detuvo más o menos en donde en su día se encontraron las murallas
(o cercas) del siglo XVI). Y la repuntilla vino con el proyecto de
reconstrucción que aniquiló la propia orografía primigenia, efectuando
tremendos desmontes.
Y aquí volvemos al principio, al
arco bajo la torre. Los planificadores de la reconstrucción decidieron que era
conveniente conseguir la mayor parte de terreno llano y conectar el corazón de
la ciudad con la zona portuaria.. así que cortaron de tajo el cabo original
separando para siempre la calle Alta de la Catedral, y creando las calles Lealtad,
Emilio Pino e Isabel II a la cota del puerto, suprimieron por tanto el puente,
que ya no servía para nada, y ampliaron los desmontes hasta la iglesia de la
Compañía (que se encuentra elevada hoy, cuando en su día la puerta estaba a ras
de calle. Más detalles curiosos, trazas casi invisibles de la antigua ciudad: si
os fijáis desde la plazoleta junto a la torre de la catedral hay unas escaleras
que conectan con Lealtad… y si desde las escaleras miras al frente ves otras
escaleras al final de Emilio Pino que dan a parar a Ruamayor (la calle del cine
Los Ángeles); estas escaleras marcan la traza de una lógica urbana destruida
por el fuego conceptual de la reconstrucción de Santander tras el incendio.
Así que ese arco bajo la torre
fue un arco sobre la calle principal de la ciudad, la que conectaba la Puebla
Vieja con la Nueva gracias al Puente. Por eso existe, por eso es tan grande.
Por eso.
Y todo esto… tras mirar un arco
bajo una torre y preguntarnos su porqué… Mirar y cuestionarse entraña estos
riesgos.