LA
HERENCIA RECIBÁRCENAS
Escribo desde Cantabria, ese lugar tranquilo de la costa
norte que el Partido Popular escogió para catapultar hacia la inmunidad
senatorial a Luis Bárcenas, su antiguo tesorero y actual ajustador de cuentas.
Los votantes populares de estas comarcas eligieron poner una
cruz en la casilla asociada a ese hombre a pesar de que les era (cuasi) desconocido.
Es cierto que esos votantes podrían no haberlo elegido, pues las elecciones al
Senado son las únicas en las que uno “escoge” personas directamente y no listas
(aunque sea para una cámara de pacotilla que o reformamos a fondo o mejor clausuramos).
Pero a Luis Bárcenas lo hicieron senador en esta circunscripción los votos de
aquellos que se dejaron inundar por el río de confianza por el que los
dirigentes del PP hacen navegar a sus mesías (sin primarias, ni secundarias… tal
vez, y como mucho, con cavernarias).
Y pasaron los años… y el agua corrupta empezó a hervir. Y el
PP, con Rajoy-el-mentor a la cabeza, cerró filas y trató de tapar con una mano
la marmita bullente mientras ponía la otra en el fuego por su pupilo. No sé
ustedes, pero yo conozco pocos ignífugos.
Y entre mecallo y nodigo la suma de indicios de tiza trazados
como si nada en el aire perfiló y dio cuerpo a un engendro de forma corrupta
que desde entonces nos sobrevuela, y que está poniendo en jaque al Gobierno. Y
más silencio y más portadas. Y todos guardándose las espaldas desde hace meses,
cerrando el cerco al control del sistema judicial con sus reformas (queriendo
impedir que los partidos políticos actúen como acusación popular, empeñándose
en mantener a miles de aforados fuera de la justicia común, o negándose a
tipificar como delito la financiación ilegal de los partidos políticos (OMG!) o
el enriquecimiento excesivo de los cargos públicos cuando otros lo proponen en
el Congreso). Llevan muchos meses los populares, como quien no quiere la cosa,
preparando sus barricadas.
Y el caso fue agravándose. Los datos con él. Y los caballos
de vapor del caso galoparon por barro, salpicando. Y las contradicciones de los
populares quedaron a la luz a golpe de portada: que si sobres, que si sobras… y
de no trabajar para el partido el tesorero pasó a estar cobrando de él hasta
hace nada y en plan diferido o diferiense (nunca la diosa de la abogacía del
estado lloró tanto). Y el Presidente de mutis. Ni un plasma. Nada. Y el hombre
que se hizo de millones a sí mismo vino, se fue, volvió con peineta, campó
campante y finalmente dio, tras pirueta que no supe ver, con sus huesos en la
cárcel.
Y siguió el silencio im-popular afuera, la callada elocuencia
… hasta que desde la jaula, luciendo los trinos que todos le sospechábamos, el
pájaro empezó a cantar. Y su cantó hizo temblar como nunca los cimientos del puerto
de Génova (en el que, bajo un vuelo revuelto de gaviotas ya se ven botes
alzando remos y poniendo popa entre proa
y muelle). Pero todo no queda en casa. No puede quedar en casa. La prensa
internacional comenzó a hacerse eco del afer/affaire, arrojando sobre la piel
de toro otra mano de tinte color corrupción: La mancha España.
Desde la oposición algunos pedimos la movilización de los
propios diputados populares para que el Presidente comparezca en el Congreso
mientras otros, ERE que ERE, balbucean.
La estabilidad del Gobierno está más que comprometida. Ya se
habla de una posible moción de censura (UPyD intentará encontrar apoyos para
presentarla en la cámara). El escenario puede cambiar a una velocidad de
vértigo que haga que a esta Tribuna puedan faltarle datos, pero solo le
faltarán eso, algunos datos. Pues el fondo de la cuestión, la opacidad y
corrupción que caracterizarán a los dos grandes y viejos partidos en los
anales, están triste y firmemente contrastadas.
Y cuanto más ruido hace el silencio de Rajoy, menos nueces
rompe su endeble alter ego socialista: Mayoría absoluta y absoluta hipocresía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario