martes, 16 de julio de 2013


LA HERENCIA RECIBÁRCENAS

Escribo desde Cantabria, ese lugar tranquilo de la costa norte que el Partido Popular escogió para catapultar hacia la inmunidad senatorial a Luis Bárcenas, su antiguo tesorero y actual ajustador de cuentas.

Los votantes populares de estas comarcas eligieron poner una cruz en la casilla asociada a ese hombre a pesar de que les era (cuasi) desconocido. Es cierto que esos votantes podrían no haberlo elegido, pues las elecciones al Senado son las únicas en las que uno “escoge” personas directamente y no listas (aunque sea para una cámara de pacotilla que o reformamos a fondo o mejor clausuramos). Pero a Luis Bárcenas lo hicieron senador en esta circunscripción los votos de aquellos que se dejaron inundar por el río de confianza por el que los dirigentes del PP hacen navegar a sus mesías (sin primarias, ni secundarias… tal vez, y como mucho, con cavernarias).

Y pasaron los años… y el agua corrupta empezó a hervir. Y el PP, con Rajoy-el-mentor a la cabeza, cerró filas y trató de tapar con una mano la marmita bullente mientras ponía la otra en el fuego por su pupilo. No sé ustedes, pero yo conozco pocos ignífugos.

Y entre mecallo y nodigo la suma de indicios de tiza trazados como si nada en el aire perfiló y dio cuerpo a un engendro de forma corrupta que desde entonces nos sobrevuela, y que está poniendo en jaque al Gobierno. Y más silencio y más portadas. Y todos guardándose las espaldas desde hace meses, cerrando el cerco al control del sistema judicial con sus reformas (queriendo impedir que los partidos políticos actúen como acusación popular, empeñándose en mantener a miles de aforados fuera de la justicia común, o negándose a tipificar como delito la financiación ilegal de los partidos políticos (OMG!) o el enriquecimiento excesivo de los cargos públicos cuando otros lo proponen en el Congreso). Llevan muchos meses los populares, como quien no quiere la cosa, preparando sus barricadas.
Y el caso fue agravándose. Los datos con él. Y los caballos de vapor del caso galoparon por barro, salpicando. Y las contradicciones de los populares quedaron a la luz a golpe de portada: que si sobres, que si sobras… y de no trabajar para el partido el tesorero pasó a estar cobrando de él hasta hace nada y en plan diferido o diferiense (nunca la diosa de la abogacía del estado lloró tanto). Y el Presidente de mutis. Ni un plasma. Nada. Y el hombre que se hizo de millones a sí mismo vino, se fue, volvió con peineta, campó campante y finalmente dio, tras pirueta que no supe ver, con sus huesos en la cárcel.

Y siguió el silencio im-popular afuera, la callada elocuencia … hasta que desde la jaula, luciendo los trinos que todos le sospechábamos, el pájaro empezó a cantar. Y su cantó hizo temblar como nunca los cimientos del puerto de Génova (en el que, bajo un vuelo revuelto de gaviotas ya se ven botes alzando remos y  poniendo popa entre proa y muelle). Pero todo no queda en casa. No puede quedar en casa. La prensa internacional comenzó a hacerse eco del afer/affaire, arrojando sobre la piel de toro otra mano de tinte color corrupción: La mancha España.
Desde la oposición algunos pedimos la movilización de los propios diputados populares para que el Presidente comparezca en el Congreso mientras otros, ERE que ERE, balbucean.

La estabilidad del Gobierno está más que comprometida. Ya se habla de una posible moción de censura (UPyD intentará encontrar apoyos para presentarla en la cámara). El escenario puede cambiar a una velocidad de vértigo que haga que a esta Tribuna puedan faltarle datos, pero solo le faltarán eso, algunos datos. Pues el fondo de la cuestión, la opacidad y corrupción que caracterizarán a los dos grandes y viejos partidos en los anales, están triste y firmemente contrastadas.  
Y cuanto más ruido hace el silencio de Rajoy, menos nueces rompe su endeble alter ego socialista: Mayoría absoluta y absoluta hipocresía.

Es el principio de su fin. En herencia nos dejan –de cada cual depende- un posible comienzo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario